En las últimas semanas, la población dominicana ha vuelto a enfrentar uno de los males históricos que más indigna: los apagones. A pesar de los esfuerzos gubernamentales y las promesas de las empresas distribuidoras, miles de hogares en distintas provincias están viviendo hasta 12 horas sin electricidad al día.
Edesur, una de las principales distribuidoras, ha explicado que las interrupciones se deben a mantenimientos programados y a la salida de varias plantas del sistema. Sin embargo, los ciudadanos no creen esa versión. “Aquí se va la luz todos los días sin aviso. Ni siquiera podemos planificar nuestros trabajos”, expresó Ángela Rosario, residente en San Cristóbal.
Las zonas más golpeadas por los apagones incluyen Santiago, San Francisco de Macorís, San Pedro de Macorís, Barahona y sectores del Gran Santo Domingo como Herrera, Los Alcarrizos y Villa Mella. En estas localidades se han reportado hasta 3 apagones diarios.
Comerciantes, colmaderos y pequeños empresarios han sido los más afectados. “La comida se daña, los clientes se van y los equipos se dañan por los bajones”, dijo Manuel Paredes, dueño de una heladería. Además, el calor extremo de junio y julio empeora la situación, especialmente para adultos mayores y niños.
El Ministerio de Energía y Minas aseguró que trabajan en soluciones a corto y mediano plazo. “Hay una sobrecarga del sistema y estamos invirtiendo en infraestructura”, afirmaron en una nota de prensa. Sin embargo, la población exige respuestas más rápidas.
Las redes se han convertido en el canal principal de protesta. El hashtag #ApagonesRD ha sido tendencia en Twitter varias veces esta semana, con miles de usuarios compartiendo fotos de velas, plantas eléctricas y quejas contra Edesur y Edenorte.
Expertos advierten que este panorama podría ser el inicio de una nueva crisis eléctrica como la vivida en los años 90 y 2000. “El sistema sigue siendo frágil, con poca inversión y sin una planificación real para el aumento del consumo”, indicó el ingeniero eléctrico Juan Marte.
Mientras tanto, la realidad para el dominicano promedio es clara: viven a oscuras, sin poder refrigerar alimentos, trabajar o dormir tranquilos. La solución no puede seguir siendo promesas. El país necesita energía estable, confiable y continua, no solo en campaña electoral.
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