El reciente nombramiento de Harold Zances Mojica como consejero en la Misión Permanente de la República Dominicana ante las Naciones Unidas (ONU) ha encendido un debate público. Sin embargo, gran parte de la discusión se ha desviado hacia sus supuestos orígenes y una presunta agenda oculta, dejando en segundo plano su trayectoria profesional y las razones oficiales detrás de su designación.
Un Nombramiento Oficial Dentro de una Reforma Mayor
En enero de 2025, el Poder Ejecutivo de la República Dominicana emitió el decreto número 28-25. Mediante este acto administrativo, Harold Zances Mojica fue formalmente designado para ocupar el cargo de consejero en la misión diplomática del país ante la ONU en Nueva York. Esta designación no fue un hecho aislado; formó parte de un conjunto de 47 nombramientos diplomáticos impulsados por la administración del presidente Luis Abinader.
Según fuentes oficiales, estos cambios responden a una estrategia más amplia para reformar y fortalecer el servicio exterior dominicano. Un componente clave de esta reforma es la incorporación de personal con experiencia y trayectoria dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores (Mirex) a puestos en misiones diplomáticas en el extranjero. La idea es capitalizar el conocimiento y la experiencia acumulada por estos funcionarios en la sede central para mejorar la representación y defensa de los intereses dominicanos en el escenario internacional.
Dentro de esta estructura, Zances Mojica se desempeña bajo la dirección de Wellington Bencosme Castaños, quien fue designado como el nuevo representante permanente de la República Dominicana ante la ONU. Bencosme Castaños ocupaba previamente el cargo de embajador en Trinidad y Tobago.
Antes de su nombramiento como consejero en la ONU, Harold Zances Mojica acumuló una experiencia relevante dentro de la cancillería dominicana. Durante cuatro años, ocupó la posición de coordinador de despacho del viceministerio de Política Exterior Bilateral. Se informa que su desempeño en este rol fue satisfactorio, lo que le habría valido para ser considerado en el marco de la mencionada reforma del servicio exterior.
Esta experiencia previa en un viceministerio clave sugiere un conocimiento interno de los mecanismos, prioridades y desafíos de la política exterior dominicana. Haber trabajado en la coordinación de despacho implica, generalmente, estar involucrado en la gestión diaria, el seguimiento de temas importantes y la articulación entre diferentes áreas del ministerio, proporcionando una base sólida para funciones diplomáticas en el exterior.
A pesar de su trayectoria documentada dentro del Mirex y el contexto oficial de su nombramiento, el debate público se ha centrado de manera significativa en especulaciones sobre los orígenes de Zances Mojica y la posibilidad de que responda a intereses ajenos a los de la República Dominicana. Se ha mencionado una supuesta ascendencia haitiana como eje de la crítica, insinuando que esto podría comprometer su lealtad o influir en su desempeño en la ONU, una arena donde los temas relacionados con Haití son particularmente sensibles para la República Dominicana.
Esta línea de argumentación, sin embargo, tiende a ignorar o minimizar su historial profesional y su designación formal a través de un decreto presidencial como parte de una política de Estado. La discusión centrada en el origen desvía la atención de criterios fundamentales para evaluar a un funcionario diplomático, como son su preparación, experiencia, desempeño previo y la confianza depositada por el gobierno que lo nombra.
La Importancia del Mérito en la Diplomacia
El servicio exterior es una pieza fundamental para cualquier nación. Los diplomáticos son los representantes del país ante el mundo, encargados de negociar, informar y defender los intereses nacionales. Por ello, la selección de estos funcionarios suele basarse en criterios de mérito, capacidad y confianza.
La reforma impulsada por el gobierno actual, que busca promover a personal interno del Mirex con experiencia, apunta precisamente en esa dirección: valorar la trayectoria y el conocimiento institucional. Cuando el debate público se aleja de estos criterios y se enfoca en aspectos como el origen o rumores no verificados, se corre el riesgo de debilitar las instituciones y politizar nombramientos técnicos.
Es natural y saludable que exista escrutinio sobre los nombramientos públicos, especialmente en el ámbito diplomático. Sin embargo, este escrutinio debe basarse en hechos comprobables, calificaciones profesionales y desempeño, en lugar de caer en especulaciones o prejuicios que poco aportan a la evaluación objetiva de la idoneidad de un funcionario para el cargo.
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