En el volátil mundo donde la política y la tecnología chocan, las aguas parecen volver a su nivel. El ambiente, que se calentó la semana pasada, ahora entra en una nueva fase. El multimillonario Elon Musk ha dado un paso atrás, expresando públicamente su arrepentimiento por las duras críticas que lanzó contra el presidente Donald Trump en redes sociales. Este giro inesperado pone sobre la mesa una pregunta clave: ¿estamos ante una tregua duradera o solo una pausa en el conflicto?
Este choque de titanes no es un simple lío de tuits; tiene consecuencias reales que llegaron a sacudir los cimientos de Wall Street y pusieron en jaque contratos millonarios del gobierno estadounidense con empresas como Tesla y SpaceX.
El origen del lío: Un proyecto de ley que encendió la mecha
Para entender cómo llegamos a este punto, hay que mirar el detonante. Todo comenzó con la oposición de Musk al proyecto de ley impulsado por Trump, conocido como "One Big Beautiful Bill Act". Según Musk, esta ley de impuestos y gastos era un golpe directo al trabajo que él mismo lideraba en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un ente creado para recortar gastos innecesarios.
En una entrevista y a través de su plataforma X, Musk no se guardó nada. Afirmó que el proyecto "le quita fuerza" a los esfuerzos de ahorro y, peor aún, que dispararía el déficit del presupuesto de Estados Unidos. Como era de esperarse, la administración Trump no tardó en responder, negando estas afirmaciones y defendiendo su propuesta. La tensión subió rápidamente de tono, pasando de un debate técnico a un enfrentamiento personal.
Las amenazas que pusieron a todos a temblar
La respuesta de Trump fue contundente y directa. Advirtió a Musk sobre las "consecuencias" que enfrentaría si decidía apoyar a los candidatos demócratas que se oponían a la ley. Pero la amenaza más seria fue la sugerencia de cancelar los contratos y subsidios que el gobierno tiene con Tesla y SpaceX, dos de las joyas de la corona del imperio de Musk.
La reacción del mercado no se hizo esperar. Las acciones de Tesla sufrieron una caída histórica, reflejando el nerviosismo de los inversores. En medio de la calentura, Musk llegó a amenazar con desmantelar la nave espacial Dragon de SpaceX, que es, hoy por hoy, la única vía que tiene Estados Unidos para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional. Rápidamente, tuvo que retractarse de esa declaración.
Tras varios días de alta tensión, comenzaron a aparecer señales de que la tormenta amainaba. El primer indicio fue la desaparición de algunas de las publicaciones más polémicas de Musk.
- La acusación sobre Epstein: Desapareció un post donde Musk acusaba a Trump de ser mencionado en los archivos del fallecido Jeffrey Epstein, una afirmación que la Casa Blanca negó rotundamente.
- El pedido de destitución: También fue eliminado un post donde Musk respondía "sí" a un usuario que pedía la destitución de Trump para que fuera reemplazado por el vicepresidente J.D. Vance.
Del otro lado, Donald Trump también dio una señal de calma. El lunes, afirmó que planeaba mantener la tecnología Starlink, el servicio de internet satelital de SpaceX, en la Casa Blanca. Este gesto, junto con la disculpa pública de Musk, sugiere que ambos entienden que una guerra abierta no beneficia a nadie. La pregunta que muchos lectores se hacen es si esta paz será duradera o si es solo por conveniencia del momento.
El arrepentimiento de Elon Musk cierra uno de los capítulos más tensos entre dos de las figuras más poderosas de Estados Unidos. La disputa demostró lo frágil que puede ser esta alianza y el enorme impacto que sus palabras pueden tener en la economía y la política. Aunque las aguas se han calmado, queda por ver si la confianza entre ambos puede reconstruirse por completo.
Fuente: cnbc
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